Había una vez un niño llamado Alex que vivía con su
madre y su padre. Su madre se llamaba Sandra y su padre Manuel .Ellos vivían en
una casa pequeña en un pueblo también pequeño .Ni su padre ni su madre ganaban
mucho dinero así que la mayoría de las Navidades no podían darle regalos. Él no
les culpaba. Sus Navidades eran distintas a las de los demás. Él las pasaba
como un día normal hasta que en 1985 le pasó algo que no le había
pasado a nadie hasta entonces. El día anterior a Navidad todo había sido normal
para Alex; como siempre, por las noches, cenó, se lavó los dientes y se fue a
dormir.
Estaba en la cama despierto pensando en lo
bien que lo deberían de estar pasando los niños de otras familias cuando se dio
la vuelta para levantarse y vio muchísimos regalos amontonados en forma
de arco. Se le vino una sonrisa tan grande que parecía que no le cabía en la
cara. Lo que le pareció raro fue que los regalos estaban de tal forma
amontonados que parecían los pasillos de una mansión. Entonces se paró a pensar
cómo era posible que sus padres pudieran pagar tantos regalos. Mirando los
regalos se dio cuenta que su casa parecía muchísimo más grande. Alex solo
pensaba en abrir todos esos miles de regalos. Cuando se acercó para abrir sus
regalos apareció una nota que ponía que no cogiese ningún regalo
porque, si no, todo iba a desaparecer. Alex hizo caso y no abrió ninguno. Como
no podía abrirlos pensó que tendría que seguir por el túnel de regalos.
Cuanto más se acercaba a una curva que había al final del pasillo más estrecho
se hacía todo. Cuando atravesó la curva se encontró con que no podía pasar ya
que estaba el mismo mensaje de antes que ponía que si pasaba desaparecería
todo. Él no sabía a dónde ir porque si volvía se tendría que quedar en la
habitación para siempre. Empezó a mirar para todos los lados, para ver la nota.
Estaba empezando a preocuparse cuando vio una nota que ponía que tenía que
coger regalos y amontonarlos para poder salir por un agujero que había en el
techo. Alex lo hizo, pero todo abajo era como arriba. El siguió caminando,
mientras iba pensando en que se estaba volviendo loco y que todo era obra de su
imaginación. Estuvo dándole vueltas durante mucho tiempo. Entonces recordó lo
que decía la gente para saber si estaba dormida. Se pellizcó tres veces hasta
que cayó en la cuenta de que no era un sueño.
Después de estar un largo tiempo pensando
en por que no estaban sus padres con él si se suponía que eran ellos los
responsables de aquello llegó a la conclusión de que era porque ellos no lo
habían planeado y de que en contra de lo que sería previsible ni siquiera
sabían dónde estaba él. Alex se empezó a asustar pero hubo algo que le
tranquilizó: vio una nota que ponía que si quería salir de allí más rápido
tendría que coger el mapa que había en la esquina. En él ponía todos los atajos
para llegar a un sitio marcado con una cruz.
Siguió el mapa hasta llegar a una pared
por la que no se podía pasar. Le resultó bastante raro que aquel mapa le
llevase a un sitio sin salida. Tocó toda la pared en busca de un botón secreto
como el que aparece en las películas, pero nada. Cuando cayó rendido, vio caer
una hoja doblada. La abrió y vio que ponía que levantase una piedra que había
en el medio de la pared y que cogiese lo que hubiera allí y que también cogiese
una nota en un sobre. Así lo hizo cogió lo que había debajo de la piedra. Había
una llave y una nota dentro de un sobre igual al de la carta anterior. Leyó la
nueva carta donde se decía que había una cerradura para abrir aquella pared. Lo
hizo pero le pareció un poco extraño lo que había dentro de la sala. Había una
televisión enorme y las paredes eran verdes y sin nada colgado en ellas. Alex
oyó su nombre que venía de dentro. Se acercó a la televisión. La televisión se
encendió sola pero a él no le pareció raro. Eso fue porque al no tener
televisión en su casa no sabía cómo funcionaba. Cuando se encendió, salió en
ella una chica que le decía que quería por Navidad. Alex dijo que quería que
todos los niños a los que sus padres no pudieran comprarles sus regalos
pudieran desear y tener lo que quisieran. La chica le dijo que ese deseo se
haría realidad pero que tenía que pedir un deseo para él. Alex le respondió que
él ya tenía todo lo que quería, tenía una familia que le quería y no necesitaba
nada más para ser feliz. Ella dijo que si solo quería eso, eso sería lo que
tendrían los niños por Navidad. La chica le preguntó de nuevo si quería volver
a casa ya. Él le dijo que lo único que quería de verdad era a sus padres y que
quería estar con la gente que quería de verdad. De repente todo desapareció.
Alex cerró los ojos y cuando los abrió, apareció en la cocina de su casa donde
estaban sus padres y sin pensárselo se abrazó a ellos con toda su fuerza.
Fin
Fin
Hermosa historia. Tomemos ejemplo del relato de Laura. Como decía Henry Van Dyke:
ResponderEliminar- "La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos."