El árbol de Navidad
Érase una vez una mañana tranquila en el pueblo canadiense de Larestown. Faltaban dos semanas para Navidad y todos los preparativos estaban listos, excepto el gran abeto de Navidad del pueblo, al que aún le faltaban los adornos.
En Larestown todos los niños estaban contentos, pero preocupados porque el árbol seguía sin estar adornado.
Un día los niños preguntaron a sus padres por el árbol y ellos les contestaron que iban a talarlo porque el pueblo era muy pobre y, necesitaban el dinero para los regalos de Navidad que la compañía maderera les había ofrecido.
Pasaron los días y, en la víspera de Navidad, los obreros llegaron para talar el abeto pero, al llegar al pueblo, se encontraron con una auténtica lluvia de globos de agua que los niños lanzaban desde las ventanas. Los obreros echaron a correr pero unos cuantos niños más les esperaban con pistolas de agua cargadas de miel en la primera esquina y, cuando los obreros estaban ya endulzados, una lluvia de plumas de ganso de las almohadas los convirtió en unas auténticas gallinas. En cuanto los obreros se fueron, llegó la maquinaria y los niños no sabían qué hacer pero se decidieron por rociarla de pintura para dejar al conductor sin visibilidad.
Al final, después de todo su esfuerzo, no pudieron evitar que la máquina tuviera limpiaparabrisas y llegara junto al abeto.
Cuando la máquina se dispuso a talar el árbol, apareció el alcalde que, conmovido por el esfuerzo de los niños, paró la tala y todo el pueblo se puso a adornar el árbol. Después, tuvieron una gran cena.
Al día siguiente un niño gritó:
- ¡ Regalos!.¡ Santa nos trajo regalos!.
Todo el pueblo se acercó al árbol para coger los regalos y, cuando todos tenían los suyos, se dieron cuenta de que el abeto ya no tenía sus colores de siempre sino que era dorado.
Desde entonces el pueblo dejó de llamarse Larestown y pasó a llamarse Gold Forest.
FIN
¡Viva el espíritu navideño!
ResponderEliminarYo diría ... ¡Viva la IMAGINACIÓN! Resulta maravilloso leer este tipo de historias, sobre todo, cuando son contadas por un niño de 13 años.
ResponderEliminarLos dos cuentos muy bonitos, me alegra ver que crecéis y maduráis pero seguís siendo nuestros niños.Un bico y Feliz Navidad a todos
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